El Inquisidor

La intención del presidente de anexionar a Estados Unidos la mayor isla del mundo impulsa el debate sobre la autodeterminación en este territorio autónomo del reino de Dinamarca.

A finales de la década de los 70, la capital pasó a llamarse Nuuk, dejando atrás su nombre oficial de hacía más de dos siglos; Godthaab.

Ahora, décadas después, el cambio está en marcha una vez más, ya que Donald Trump tiene la mirada puesta en tomar el control de la isla más grande del mundo.

Consultado en enero sobre si descartaba usar fuerza militar o económica para tomar el control del territorio autónomo danés o el Canal de Panamá, Trump respondió: “No, no puedo asegurarlo en ninguno de los dos casos. Pero puedo decir esto; los necesitamos por seguridad económica”.

Más tarde, en el Air Force One, declaró a los periodistas: “Creo que lo vamos a conseguir”, y añadió que los 57.000 habitantes de la isla “quieren estar con nosotros”.

La pregunta es: ¿quieren?

Por su parte, la Primera Ministra danesa, Mette Frederiksen, insistió en que Groenlandia no está en venta. “Groenlandia pertenece a los groenlandeses”, dijo. “Son los propios groenlandeses quienes tienen que definir su futuro”.

Entonces, ¿cómo quieren los habitantes de la isla que sea ese futuro? Y si no pasa por formar parte del reino de Dinamarca, ¿cuál es la alternativa?

Tensos lazos con los daneses

Una encuesta realizada entre los groenlandeses sugirió que solo el 6% desea que su país forme parte de Estados Unidos, con un 9% indeciso y un 85% en contra. Pero a pesar de esto, Frederiksen sabe que la cuestión de lo que los groenlandeses quieren es delicada.

Tradicionalmente, los daneses se han visto a sí mismos como los imperialistas más amables del mundo desde que comenzaron a colonizar Groenlandia en la década de 1720.

Sin embargo, esta autoimagen se ha visto erosionada en los últimos años por una serie de revelaciones sobre el autoritarismo con el que trataron a la población de la isla en el pasado.

En específico, ha habido informes de graves injusticias cometidas contra los groenlandeses, no en un pasado lejano, sino dentro de la memoria viva.

Esto incluyó una controvertida campaña de anticonceptivos a gran escala. Una investigación conjunta de las autoridades de Dinamarca y Groenlandia está examinando la colocación de dispositivos intrauterinos (DIU) en mujeres en edad fértil de la isla, a menudo sin su consentimiento o incluso sin que lo supieran.

Se ha denunciado que esto ocurrió a casi la mitad de todas las mujeres de la isla en edad fértil entre 1966 y 1970.

En diciembre pasado, el primer ministro groenlandés, Múte Egede, describió eso como un “genocidio directo perpetrado por el Estado danés en contra de la población de Groelandia”.

Hizo el comentario mientras hablaba con la Corporación Danesa de Televisión, en una entrevista que trataba en términos generales sobre las relaciones entre Groenlandia y Dinamarca.

Además, durante las décadas de los 60 y 70, cientos de niños de la isla fueron separados de sus madres, usualmente por motivos dudosos, para ser criados por padres de acogida en Dinamarca. En algunos casos, esto ocurrió sin el consentimiento de las madres biológicas, y en otros, no fueron informadas que los lazos con sus hijos se cortarían por completo.

Esto dejó una herida emocional profunda que sigue sin sanarse décadas después. Algunos de los niños groenlandeses adoptados pudieron más tarde rastrear a sus padres biológicos, pero muchos otros no.

Un pequeño grupo exigió una compensación al Estado danés en 2024. Si tienen éxito, podría allanar el camino para un gran número de reclamaciones similares por parte de otros adoptados.

Iben Mondrup, una novelista nacida en Dinamarca y que pasó su infancia en Groenlandia, ve los últimos eventos como una grosera llamada de atención para los daneses, acostumbrados a considerarse una influencia benigna en Groenlandia.

“Toda la relación se ha basado en una narrativa de que Dinamarca ayudaba a Groenlandia sin recibir nada a cambio”, afirma.

“Hemos hablado de Dinamarca como la madre patria que acogió a Groenlandia bajo su protección y le enseñó poco a poco a valerse por sí misma. Se ha generalizado el uso de metáforas educativas”.

“Los daneses volvemos constantemente a la idea de que Groenlandia nos debe algo, al menos gratitud”.